
«No lo vamos a tener más y era nuestro compañero», dijo a Elonce TV un trabajador del cementerio municipal donde el perrito se crió y luego estuvo durante años junto a la tumba del policía que le brindó cobijo.
crió y luego estuvo durante años junto a la tumba del policía que le brindó cobijo.


Viejo Negro en el cementerio. Año 2015prevnext «Viejo Negro» no era cualquier perro, era un animal muy querido y conocido por todos los que visitaban el Cementerio Municipal de Paraná. En ese lugar, había sido abandonado pero un policía del destacamento, de apellido Emerí, se ocupó de cuidarlo y alimentarlo.
Hace cinco años, Elonce TV daba a conocer la historia de «Viejo Negro», quien, al morirse aquel oficial de policía, permaneció en el cementerio junto a esa persona que supo cuidarlo. Hasta este martes, que falleció.
Roque Humberto Fernández, trabajador de la necrópolis local, contó la historia de este perrito y se manifestó muy triste por la pérdida: «Llegó hace unos 15 años. Nosotros le dábamos de comer y venía otra gente que también le traía alimento».
Fernández recordó que el animal «de a poco se fue haciendo compañero de todos, a los policías los acompañaba a todos lados» y un señor Emerí lo llevó a la casa y lo hizo curar cuando el perro se accidentó. «Andaban para todos lados juntos».
Cuando esta persona falleció, se quedó «cuidándolo» en el panteón policial «y cuando venía la viuda la recibía, parecía que sabía que ella iba a venir» al cementerio, indicó. .
«Hoy nos enteramos que murió y lo sepultamos en la entrada del cementerio, debajo de la palmera donde siempre se lo veía. Proteccionistas le quieren hacer una placa», acotó.
Al rememorar a Viejo Negro, Fernández, afirma que «era más compañero que cualquier persona. Todos le daban de comer, se había encariñado con mucha gente. Cuando llovía se quedaba en la iglesia o los muchachos lo ponían en el cuartito donde hacían los trabajos».
Finalmente, Fernández opinó que el perrito sintió la cuarentena, lo cual podría haberlo afectado ya que de un día para otro dejó de estar en contacto con quienes a diario lo asistían. Aunque aclaró que los sepultureros que seguían yendo al lugar le seguían dando de comer. «Extrañaba mucho a la gente porque no venía nadie».
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