Con una tecnología de vanguardia que se llama CRISPR, este equipo busca desarrollar un dispositivo de diagnóstico portátil, que facilitaría la detección de enfermedades, fuera de los laboratorios.
La historia.
Caspr trabaja en el desarrollo de un kit portátil para la detección molecular usando una tecnología de vanguardia que se llama CRISPR, a través de una plataforma que detecta secuencias específicas de ADN. CRISPR es una tecnología nueva que hizo mucho ruido porque permite hacer edición genética, y muchos lo ven como una ventana para, por ejemplo, evitar que bebés nazcan con enfermedades hereditarias. Pero el equipo de Caspr tomó esta herramienta y la aplicó en el diagnóstico.
Carla Giménez lo explica a Apertura de forma más sencilla: es como un buscador Google de secuencias de ADN, que a la vez es fácil de usar y muy precisa, y tiene unas cualidades que la hacen única para poder trasladar la detección a un formato portable. A través de una tira reactiva, como las que usan los test de embarazo, este equipo busca que sus dispositivos permitan hacer diagnósticos (que hasta ahora requerían de grandes estructuras, laboratorios y personal capacitado) en el mismo consultorio del médico.
Por ejemplo, a la fecha ya hicieron pruebas para detectar dengue sin necesidad de mandar muestras a un laboratorio y los resultados fueron positivos y precisos. Y el futuro para eso es muy alentador, porque quiere decir que enfermeras de una salita de emergencia en una zona vulnerable podrían detectar la enfermedad en el lugar y obtener resultados en una hora.
Esta semana, además, anunciaron que hicieron pruebas para detectar coronavirus y los resultados fueron positivos. Esto quiere decir que con este kit, que es portátil, pueden hacerse pruebas en el lugar y obtener los resultados en 60 minutos, de forma más económica. El costo es de menos de US$ 2 por test y así podrían ayudar a identificar la enfermedad que ya mató a más de 1000 personas en el mundo.
Pero no solo eso. Lo que plantean es una plataforma de detección molecular que podría detectar cualquier cosa que tenga ADN o ARN, es decir que también serviría para dar diagnósticos, además de en salud, en otras industrias como agricultura o ganadería. Con esto un chacarero podría detectar si una planta está enferma en medio del campo sin correr el riesgo de que en la espera de resultados se enferme toda la siembra. Su producto es el dispositivo portátil que va acompañado con un cartucho que preconfiguran ellos en el laboratorio para la detección a pedido de un target específico.
Giménez es biotecnóloga de la Universidad Nacional de Quilmes e hizo su doctorado con una beca Conicet en el Hospital Italiano. Allí conoció a Federico Pereyra Bonnet y Lucía Curti y comenzaron a trabajar con esta tecnología en 2014, cuando era muy incipiente en el mundo. En 2018 se cruzaron con Grid Exponential, la company builder de biotecnología, y dieron los primeros pasos para transformar su trabajo en un negocio. “Los científicos necesitamos una entrada más guiada a este mundo y ellos nos dieron un panorama más amplio de lo que significaba ser una empresa”, reconoce Giménez, que fue la del equipo que se comprometió full time al proyecto.
En el proceso conocieron a Franco Goytia, un economista de la Universidad de San Andrés que tenía experiencia como emprendedor y quería involucrarse en un proyecto que tuviera impacto para la sociedad. “Yo solo me había expuesto a la ciencia de las materias del colegio. Grid me demostró que era posible meterse en biotecnología aun viniendo de un background ajeno”, explica.
Grid invirtió US$ 200.000 de capital pre-seed e hizo de trampolín para que el equipo pudiera trasladarse a principios de 2019 a San Francisco para recibir aceleración de IndieBio, el mayor inversor early-stage de biotech en el mundo, del que recibieron además US$ 250.000. Sin haber hecho ni un ensayo de validación, el team se mudó y pasaron a convivir juntos durante cuatro meses en los que validaron el desarrollo y dieron los primeros pasos como empresa.
La estrategia de Caspr está ahora en apuntar tanto a la industria de la salud como el agro, que les ofrecen procesos regulatorios más amigables, hecho que les permitiría entrar más rápido al mercado y proyectan tener el producto listo para comercializar en 2021.
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS