Los pacientes con enfermedad cardíaca previa son los que más riesgo tienen ante una infección por el COVID-19.
El COVID-19 puede tener consecuencias graves para las personas con enfermedad cardiovascular pero, además, según un estudio publicado en «JAMA Cardiology», causar daño cardíaco incluso en pacientes sin afecciones cardíacas previas.
Se sabe que las enfermedades virales como el COVID-19 pueden generar infecciones respiratorias que pueden provocar daño pulmonar e incluso la muerte en casos graves. Sin embargo, sus efectos sobre el sistema cardiovascular son más desconocidos.
«Es probable que, incluso cuando no existe enfermedad cardíaca previa, el corazón pueda verse afectado por el coronavirus», señala Mohammad Madjid, autor principal del estudio y profesor del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston (UTHealth). «En general, una lesión en el músculo cardíaco puede ocurrir en cualquier paciente con o sin enfermedad cardíaca, pero el riesgo es mayor en aquellos que ya la tienen».
Los autores explicaron que el análisis de anteriores epidemias de coronavirus y gripe sugiere que las infecciones virales pueden causar síndromes coronarios agudos, arritmias y el desarrollo o exacerbación de la insuficiencia cardíaca.
El nuevo informe muestra que la tasa de letalidad de COVID-19 para pacientes con enfermedad cardiovascular es del 10,5%. Los datos también apuntan a una mayor probabilidad de que las personas mayores de 65 años con enfermedad coronaria o hipertensión puedan contraer la enfermedad, así como experimentar síntomas más graves que requerirán cuidados críticos.
Según los investigadores, «es lógico esperar que se produzcan complicaciones cardiovasculares importantes relacionadas con COVID-19 en pacientes sintomáticos graves debido a la alta respuesta inflamatoria asociada con esta enfermedad».
Los coronavirus previamente identificados causan enfermedades graves en humanos. Por ejemplo, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) se identificó por primera vez en el sur de China en 2002, y los datos sugieren que puede haber causado complicaciones cardiovasculares, como el síndrome coronario agudo y el infarto de miocardio.
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