Desde hace un año, la OMS considera una enfermedad mental a la adicción a los videojuegos, que se expandió sobre todo a partir de la pandemia.
Si bien se incrementó a partir de la pandemia, la adicción a los videojuegos se viene registrando desde hace varios años a nivel mundial, generando una gran preocupación en la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en febrero del año pasado pasó a considerarla como una enfermedad mental.
Según el organismo internacional, no poder parar de jugar en Internet o con una consola, y en consecuencia desatender las amistades, la familia, el estudio u otros aspectos de la vida cotidiana en períodos superiores a un año, pueden llegar a ser síntomas a los que hay que prestar atención y buscar ayuda si es necesario.
Esta situación puede generarse a cualquier edad, pero en el caso de los jóvenes, con un alto grado de vinculación a los usos de las tecnologías y la virtualidad y en muchos casos con una gran adhesión a los juegos en red, puede llegar a agravarse. Incluso hay especialistas que advierten que la adicción a los juegos puede ser la antesala a la ludopatía, una alteración progresiva del comportamiento por la que el individuo experimenta una necesidad incontrolable de jugar, en general apostando dinero o bienes materiales, por encima de cualquier consecuencia negativa.
Sobre este punto, distintos sitios especializados explican que “la adicción al juego, ludopatía o juego patológico es un desorden adictivo caracterizado por una urgencia psicológicamente incontrolable de jugar y apostar, que de forma persistente y progresiva afecta negativamente a la vida personal, familiar, laboral y al tiempo de ocio”.
Acerca de esta problemática en los adolescentes y jóvenes, el licenciado en Psicología de Paraná Sebastián Sigal, especialista en diferentes tratamientos, consultor y capacitador, señaló a UNO: “Aunque al término ludopatía en general se lo vincula más al casino o al bingo clásico, y en los jóvenes no se advierte tanto la participación en estos ámbitos, donde no pueden en general ingresar porque son menores, y tampoco en lo que son los casinos virtuales o los juegos de azar online, también está emparentada con los videogamers, donde sí se ven mucho los jóvenes”.
En este marco, analizó: “En los mayores también existe la adicción a los videojuegos, pero sucede que en las nuevas generaciones puede darse más porque ya que nacieron con eso y se tornó como más imprescindible para ellos tener conectividad. En este contexto, se puede decir que el uso de los videojuegos se transforma en adictivo cuando dejan de hacer otras actividades, abandonan el contacto social, dejan de tener alguna participación afuera o dentro de la casa solamente para estar conectados con ese juegos. Juegan online en los grupos en vez de verse personalmente y este es un nuevo tipo de ludopatía. En los menores esto se da más de lo esperado”.
Atender esta problemática
“La ludopatía tiene que ver con el azar y esto de tener esta conexión patológica con lo azaroso siempre tiene alguna veta económica, de ganar o perder. Es imposible que alguien tenga un trastorno de este tipo a lo cual lo económico no esté ligado. Esto es lo diferencial y esta en la esencia de lo patológico en ludopatía, pensar que si ahora perdí hasta mi casa, en la próxima jugada voy a ganar”, precisó Sigal.
Sobre este punto, advirtió: “Ya cuando hay una cuestión de plata, se empiezan a correr límites. Y cuando alguien se hace más habitué y empieza a depender de esto, el trastorno se va fijando. Si bien en los más chicos la adicción se da en los videojuegos, obviamente cuando son grandes pueden desarrollar un trastorno más clásico, van a la sala de juegos, gastan lo que no tienen. No es inocuo ni gratuito tener un desarrollo ya temprano bajo a esta modalidad; y no estamos en contra de los videojuegos, pero un uso desproporcionado que reemplaza otras cosas que en la vida también son necesarias, trae problemas y malestar a lo largo del tiempo”.
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Asimismo, comentó que en diversas instancias de juegos online que se desarrollan en comunidades virtuales entre adolescentes participan para obtener un premio, que suele ser en criptomonedas, y subrayó: “Ahora no se ve tanto esto, pero había chicos que jugaban y recibían ciertos pagos en criptomonedas y demás, y lo terminaban cambiando por dinero. Esto va más allá de la pasión por un juego y muchos incluso lo han tomado como trabajo, pero es una práctica peligrosa empezar a vincular el dinero con un juego, porque cuando esto se sale de control siempre tiene un riesgo de evolucione por el lado de la ludopatía”.
En cuanto a qué cuestiones deben atenderse para prevenir estas situaciones, el experto indicó: “El papá o el adulto a cargo tiene que estar atento cuando por el juego empiezan a sustituir actividades, tareas o momentos que hasta por sentido común los chicos deberían compartir con la familia, con amigos, o hacer con otras personas; no estar todo el tiempo conectado”.
No obstante, observó: “Pero lamentablemente tiene una función social todo esto: al chico le dan un celular para que no moleste y termina habiendo un pacto entre los padres que favorece la adicción, con todas las consecuencias que vemos en los chicos, en los jóvenes. Si bien en todas las generaciones tenemos problemas, en esta franja etaria vienen con esta carga extra de que los padres han hecho muchos acuerdos que no son buenos, solamente para que la crianza sea más fácil para ellos. Por ahí antes tal vez los padres no pactaban tanto y salían a combatir la clásica ´adolescencia rebelde´, que no es muy lindo pero a veces también cumple una función que alguien te diga ´hasta acá podés esto y esto no´, que hoy por ahí no pasa”.
Cuando se toma conciencia acerca de esta situación en la que el niño, adolescente o joven desarrolla un juego problemático, buscar ayuda profesional es lo recomendable, y en torno es este tema, el licenciado en Psicología concluyó: “Lo más importante para destacar es que estas cosas no son una moda, una gracia, un estilo cuando ya toda la vida del chico empieza a dar vueltas en base a ese celular, a ese jueguito. Si los padres no pueden ponerle límites o manjar la situación, buscar ayuda profesional es lo ideal. Aunque esto no siempre sucede, porque termina siendo más funcional que los chicos estén con los videogames que darse cuenta de esto”.
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